Apenas un día antes de su concierto sold out en el AT&T Stadium en Texas, el astro de la música regional mexicana Julión Álvarez publicó un anuncio “urgente” en sus redes sociales, informando a los 50.000 fans que habían comprado boletos para el espectáculo del 24 de mayo que éste había sido cancelado.
La razón: la visa de trabajo de Álvarez había sido revocada y el artista ya no podía ingresar legalmente a los Estados Unidos. La cancelación de último minuto no solo provocó una pérdida total de más de 2 millones de dólares invertidos en la producción del evento, sino que también descarriló todo un plan promocional lanzado con éxito un mes antes con tres fechas con entradas agotadas en el SoFi Stadium de Los Ángeles, marcando el muy esperado regreso del artista norteño. El “Rey de la Taquilla”, que no había actuado en los Estados Unidos desde 2017, fue una vez más apartado de los escenarios estadounidenses debido a problemas de visa. Hasta el día de hoy, su muy esperado 4218 Tour USA 2025 sigue en el limbo.
En los últimos meses, un número creciente de artistas — de México, Cuba y otros países de América Latina — han enfrentado de manera pública o privada problemas con visas que han llevado a la cancelación de giras o shows en los Estados Unidos. Para algunos, sus visas O-1 o P-1B, generalmente reservadas para artistas y músicos, han sido repentinamente revocadas. Otros han encontrado que sus solicitudes son sometidas a un escrutinio más riguroso por parte de múltiples agencias del gobierno estadounidense que, bajo la administración del presidente Donald Trump, han complicado aún más un proceso que ya era complejo.
El impacto de una visa denegada o revocada varía según el caso, dependiendo de dónde se encuentre un artista en su carrera. Pero de cualquier manera, los casos recientes han sacudido a la industria de la música latina. “Realizar giras en los Estados Unidos es una parte importante de un plan de lanzamiento, ya sea en un bar con capacidad para 600 personas o en una arena”, dice Tomas Cookman, fundador de Nacional Records y del LAMC, y socio de Magnus Talent Agency. “Muchos músicos sienten que hacer giras aquí es una parte importante de su proceso y trayectoria como artistas globales. Es difícil estar en cierto nivel y no haber realizado giras en los Estados Unidos, especialmente como artista latino que puede visitar tantos centros poblados por latinos dentro del país, que históricamente siempre ha apoyado montones de espectáculos en vivo”.
Las visas de no inmigrante no son un tipo de visa indefinida; ofrecen una estadía temporal en los Estados Unidos para un propósito específico, a diferencia, por ejemplo, de un green card o permiso de residencia que otorga al titular el estatus de residente legal permanente. Si bien las revocaciones de visas no son comunes, pueden ocurrirle a cualquier persona que posea una visa de no inmigrante, en cualquier momento, y pueden darse por múltiples razones, incluyendo actividad criminal, preocupaciones de seguridad o violación de los términos de la visa, por mencionar algunos factores.
La Oficina de Asuntos Consulares del Departamento de Estado generalmente no publica estadísticas sobre revocaciones. Pero desde que Trump asumió el cargo en enero, el Departamento de Estado ha revocado más de 6.000 visas de estudiantes, por mencionar una categoría, según medios noticiosos. “Nadie sabe cómo se está llevando esto a la atención de quienes están en posición de tomar estas decisiones de revocación, o por qué están decidiendo hacerlo ahora”, dijo anteriormente el abogado de inmigración Daniel Hanlon a Billboard. “Podría ser totalmente motivado por razones políticas”.
Los artistas de música regional mexicana han sido los más afectados por esta situación, con casos públicamente conocidos como el de Álvarez; Los Alegres del Barranco, quienes perdieron su visa después de que el grupo mostrara imágenes “glorificando” al narcotraficante “El Mencho” en un concierto en México en marzo; y Grupo Firme, que canceló su participación en el La Onda Fest en junio debido a retrasos en el procesamiento administrativo de sus visas.
Para un ejecutivo de un sello independiente de música regional mexicana, que prefiere permanecer en el anonimato y no está asociado con los actos mencionados, el hecho de que su artista principal tuviera que cancelar repentinamente shows en Estados Unidos ante la incertidumbre de su visa generó niveles de estrés más altos de lo habitual, al punto de cuestionar si la compañía podría sobrevivir a esas cancelaciones. “Cuando nuestra principal fuente de ingresos pierde un gran porcentaje de esos ingresos, entras en un momento de incertidumbre porque no sabíamos si esto se solucionaría rápidamente o si había un problema más grande que solo la pérdida de una visa”, explica el ejecutivo.
Incluso hoy, cuando la música latina se ha globalizado y hay una gran cantidad de artistas latinos realizando giras en otros mercados, incluyendo Europa, Estados Unidos sigue siendo el mercado No. 1 para cualquier artista, y perder un concierto aquí es un golpe financiero importante. “Tienes a artistas como Firme y Julión que generan 10 millones de dólares en una noche aquí”, dijo anteriormente Henry Cárdenas de CMN a Billboard. “Es donde se hace el gran dinero; no se hace dinero en México, con todo respeto”.
Además de realizar giras en los Estados Unidos, promover su trabajo aquí — desde dar entrevistas en radio hasta hacer apariciones en plataformas de streaming y asistir a grandes ceremonias de premios que se llevan a cabo en Estados Unidos, como los Premios Billboard de la Música Latina y los Latin Grammys — sigue siendo crucial para cualquier artista. El país sigue siendo el mercado musical global No. 1, con los ingresos por música creciendo un 2,2% año tras año, según el IFPI Global Music Report 2025, impulsado por ingresos de streaming que son mayores que en cualquier otro país.
La tarifa por stream varía de un país a otro, pero un stream proveniente de México vale alrededor del 2% de un stream proveniente de Estados Unidos, explicó anteriormente Josh Norek, presidente de Regalias Digitales, a Billboard. Para una plataforma como Spotify, una cuenta premium vale más en términos de ingresos por stream que una cuenta gratuita. “Pasas de pagar 10 dólares al mes por Spotify en Estados Unidos a un nivel gratuito con publicidad en México, Guatemala o Venezuela, y eso no generará casi nada”, agregó Norek. Eso hace que sea aún más importante para los artistas latinos construir una base de fans en los Estados Unidos, dado lo dominante que es el streaming en el negocio de la música actual.
Para los artistas cubanos — que enfrentan otro conjunto de desafíos debido a las cambiantes relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, y sanciones que han desconectado a la isla de plataformas como Spotify o Amazon Music (YouTube está disponible, pero no monetizado) — el impacto va más allá de lo financiero. “También hay un costo en su salud mental”, dice Collin Laverty, cuya experiencia en las relaciones entre ambos países lo ha llevado a trabajar estrechamente con varios artistas cubanos, incluido Cimafunk. “Poder viajar a los Estados Unidos y hacer giras es una vía importante tanto económica como psicológicamente, por lo que complicar eso en el frente migratorio es tan perjudicial para una carrera como para la psique”.
El problema más común para los artistas cubanos bajo el gobierno de Trump son los retrasos en las aprobaciones y el escrutinio extremo en las embajadas y consulados estadounidenses tras el veto migratorio impuesto por Trump a varios países, incluidos Venezuela y Cuba. El veto restringe parcialmente la entrada tanto de inmigrantes como de no inmigrantes de esas naciones. “Todavía existe una vía legal, pero es difícil cumplir con los requisitos para obtener la aprobación de una visa y eliminar las motivaciones políticas”, dice Laverty. Debido a que Cuba está en la lista de patrocinadores estatales del terrorismo bajo el veto migratorio impuesto por Trump, “el 90% de los solicitantes de visas son enviados al status de revisión administrativa, que es una revisión de múltiples agencias que puede tardar meses”, agrega. “Casi siempre son aprobadas, pero casi siempre están retrasadas, lo que dificulta que los promotores y festivales incluso puedan contratar a artistas cubanos”.
Las restricciones de viaje para los artistas cubanos ya existían antes de Trump. A principios de la década del 2000, las restricciones de visas de Estados Unidos se endurecieron bajo la administración de George W. Bush, lo que dificultaba obtener permiso para viajar al país. Durante ese tiempo, la represión del Departamento de Estado estadounidense hacia los visitantes cubanos afectó a artistas nominados al Latin Grammy que obtuvieron visas apenas días antes del evento, mientras que otros, por falta de visas, se vieron obligados a perderse la ceremonia de 2003 en Miami. Eso se revirtió durante la administración de Barack Obama, que, al igual que la administración de Joe Biden, facilitó las visas tanto como fue posible, permitiendo un mayor intercambio cultural entre los dos países, aunque con algunos desafíos creados fuera del poder ejecutivo.
La más reciente administración de Trump revirtió esa política justo cuando un nuevo movimiento urbano en auge, liderado por una nueva generación de artistas de reparto, ha ganado impulso internacional incluyendo en Miami, hogar de la población cubana más grande fuera de Cuba.
“Ahora más que nunca es esencial que un artista pueda promover su música en los Estados Unidos”, dice Laverty. “Es una realidad difícil ser un artista cubano y sentirse atrapado porque Cuba está atravesando un momento realmente complicado económica, social y políticamente. Hay una base de fans aquí, con más de 2 millones de cubanoamericanos viviendo en los Estados Unidos. Claro, puedes ir a Europa y América Latina, pero hay menos ciudadanos cubanos viviendo allí, menos dinero, menos infraestructura de la industria. Y, si estás tratando de ser nominado para un premio y no puedes participar en presentaciones o reuniones en persona, se vuelve realmente difícil para el crecimiento de tu carrera”.
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