En su profundidad, Belafonte Sensacional es más que un proyecto musical. Es un grupo de amigos donde el cariño y el cotilleo tienen el mismo peso que las charlas sobre aquello que los aqueja: la soledad, el desamor, la política, la muerte, la enfermedad y la ciudad, que avanza cada vez más rápido desde que ya no es Distrito Federal.
Belafonte son emociones que desembocan en canciones. En sus primeros años fueron catárticas, furiosas, promotoras del Destroy y de ponerse como Kerouac on the road. Ahora han mutado a una esencia más esperanzadora.
Llamas, llamas, llamas, disco que recoge 9 nuevas composiciones, es ejemplo de lo anterior: «Es cantarle a nuestros duelos, pero también defender nuestra alegría», dice a MILENIO Israel Ramírez, la voz de la tripulación que desde hace 15 años navega en charcos, tianguis, garitos, escenarios establecidos y Circuitos Indio — aunque Jumbo se enojó y pidió sacarlos — de la nación.

Los afectos y las pérdidas
Pasaron seis años para que Belafonte sacara un álbum — su antecesor, Soy piedra, data del 2019 —, «pero tampoco estábamos detenidos«.
En ese lapso, además de tocadas ocasionales, el grupo perdió y sumó integrantes, se sobrepuso a la pandemia de covid-19, viajó a otras ciudades, fiesteó, lloró, se enamoró, vio películas, escuchó nuevas bandas y volvió a alimentar la llama de la inspiración. Ah, y a Israel le rompieron la boca unos policías.
«¡Estamos en el estrés postraumático de todo lo que ha sucedido!«.
La hechura de Llamas, llamas, llamas empezó «de una cosa muy orgánica: hacerle canciones a mis afectos, a mis pérdidas, a mis duelos; salió muy natural», cuenta Ramírez. De ahí que se sienta autobiográfico, íntimo. Como exhibir una herida o una cicatriz. Como escuchar OMI o Negro Soledad.
«A veces da miedo que cause escozor, resistencia, pero mostrarte vulnerable también da fortaleza, de ‘Así me paro ante el mundo y vivo mis batallas’… En tiempos donde la aspiración musical es volverse viral, que llegue otro grupo a decirte ‘Hay que doler juntos’ siento que está bien».
Aunque no todo es dolor. Llamas, llamas, llamas es un canto colectivo donde también tienen cabida la pasión, la alegría y el amor. «Este disco no se hubiera hecho sin esa llama».
Para muestra, Manuel te amo un putero o Jovita verano, una oda de Israel para su madre, quien ya es esencial en el universo Sensacional. ¡Hasta el Multiforo Alicia la felicita en su cumpleaños!
El Cenart, liberador
«Fue liberador tocar en el Cenart porque se sintió que ya está afuera el disco«, revela Israel, aludiendo al concierto que dieron el pasado 6 de junio en el Centro Nacional de las Artes ante más de mil 150 personas.
Esa tarde, el ‘Patrón’ Ramírez, junto al resto de la selección mexicana Sensacional — Perritos Genéricos, Pablo ‘Aquamute’, Enrique ‘Gober’, Ale Guerrero, Emilio Guerrero, Emmanuel ‘Choby’ y Apache O’ Raspi —, ganó por goleada izando la bandera de «pasarla chido, porque eso tiene algo de rebeldía y resistencia».
No sale de su cabeza que, tras ese cotorreo, mucha gente se le acercó sorprendida porque notó más alegría que rabia en su ejecución. Inusitado tras 15 años de trayecto.
«Vimos muchas caras nuevas y es bonito; jóvenes que van en la prepa, que fueron con sus papás. Ahora nuestra música le habla a muchas generaciones«.
Sobre todo a nuevas generaciones de músicos que han adoptado a Belafonte como precursor no solo sonoro, sino de porte: «Traen un sonido muy rebelde, con un sentido de comunidad y apoyo mutuo«.
«Siento que en escenas anteriores había una cosa de competencia y ahora hay una cosa de comunidad. Son bandas que iban a nuestras tocadas; muy de pandilla, de resistencia, de ser buen pedo. De invitar al convivo y no al destrampe», explaya.
Israel, que tiene una ampliación del campo de batalla musical gracias a su programa Contraesquina, que transmite la radio por internet Código 21, asegura que, con todo y sus reveses, en la Ciudad de México — y todo el país — «están sucediendo cosas interesantes«.
Y, ego aparte, su bocho blanco, que trae un estéreo de esos que se quitan y ponen, que en la placa dice Gazapo y que luce una calcomanía del rey del calypso Harry Belafonte, es uno de los incitadores.
Tres preguntas
— ¿Qué es el punk?
— Ya dicen que la cumbia es el nuevo punk. Que el reguetón es el nuevo punk. Que los corridos son el nuevo punk… Pero yo siempre lo asocio con la rebeldía y la resistencia, y me parece que hubo punk desde los griegos. Ahora depende del termómetro social y político lo que va a ser el punk. Creo que la cosa de no competir entre bandas es un tipo de punk. Tampoco creo que sea un sonido, sino la actitud, nace desde la rebeldía. La ternura, un concepto muy pisoteado en los últimos años, creo que también; atreverte a lo dulce es parte del punk. Y tener un pensamiento crítico.
— ¿Te consideras un artista político?
— Completamente político, hasta la forma en que nos posicionamos ante el amor, nuestras masculinidades. Por ejemplo: se me hace interesante el colectivo Discos Erizo, de Ecatepec, que incluye a grupos como Ven y mira, Un perro andaluz, Grito de exclamación… la forma en que se juntan, graban y producen es en sí mismo un acto político. Creo que hay grupos interesados en posicionarse políticamente a través de la música.
— ¿Sientes que CdMx, como dicta el slogan gubernamental, es una ‘ciudad de cultura’?
— Me gusta pensar en la ciudad como una cuna de la contracultura, no por nada los beatniks llegaron hace años a hacer su desmadre. Me interesan las cosas que están por debajo de lo oficial o institucional, los esfuerzos colectivos e individuales: artistas visuales, literatura, morras haciendo fanzines, morros haciendo tocadas.
EEEE
El lector de La canción de la bolsa para el mareo, de Nick Cave, y de Todo sobre el amor, de Bell Hooks, dice que a la muerte, otro eslabón de Llamas, llamas, llamas, cada vez «le tengo menos miedo, siento que duele menos en uno».
«Estoy más en el gozo, en el placer, en el hedonismo de la vida».
Queremos que crezca la comunidad Sensacional en el mundo. Tocar fuera de la ciudad, recorrer México. Hay una tendencia de mis colegas de ir a Estados Unidos a tocar, pero a nosotros nos llama más el sur, a Latinoamérica.
Siempre hemos estado en contra del rockstarismo y del poder que da la música y el arte. Somos un grupo antipoder, y desde ahí cambia nuestra forma de presentarnos ante el mundo. Todos somos iguales. Por eso no me gusta hablar en términos de fans, porque siento que se ven hacia abajo. Somos uno mismo, una comunidad con intereses parecidos y nos juntamos para celebrar la vida.
Antonio Goruber, que son muy amigos. Él me ayudó a hacer ese encuentro. Nos vimos en un restaurante, comimos. Daniel es de mis pintores favoritos, fui a fanear, llevé mi libro. Muy buena onda, gente muy generosa.
hc
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